lunes, 8 de junio de 2009

La Lucha entre Edison y Tesla por imponer su estándar de electricidad

La electricidad era la palabra mágica a fines del siglo XIX. Desde las tentativas iniciales de Benjamin Franklin o de Michael Faraday hasta la tecnología del telégrafo, las aplicaciones para la electricidad crecían continuamente.

Después de la Exposición Mundial de París en 1881 y de la presentación de la lámpara de Edison, los nuevos sistemas de iluminación eléctricos se convirtieron en el logro tecnológico más importante del mundo. La electricidad podía sustituir el vapor para hacer funcionar los motores. Era una segunda revolución industrial y, en ciudades europeas y americanas, las centrales eléctricas se multiplicaban basadas en el diseño de Pearl Street, la central que Edison estableció en 1882 en Nueva York. Fue la primera instalación eléctrica comercial del mundo y aunque era una planta enorme para su época, podía producir y distribuir electricidad hasta tan solo como 330 ha de Manhattan.




Edison logró que su lámpara de filamento de carbono permaneciera encendida en Nueva York durante dos días. Es el inicio de la era de la iluminación eléctrica.



Pearl Street, New York, 1882 .


La demanda de electricidad pronto condujo al deseo de construir centrales eléctricas más grandes y de llevar la energía a mayores distancias. Además, la rápida distribución de motores eléctricos industriales provocó una fuerte demanda por un voltaje diferente a los 110 V usados para la iluminación.

En 1884, el joven
Nikola Tesla emigró a los Estados Unidos procedente de Europa, con unos pocos centavos en los bolsillos, y un puñado de buenas ideas para mejorar el estándar de electricidad que se utilizaba en aquel entonces en los Estados Unidos y que había ideado Thomas Alva Edison.

En Nueva York comenzó casi de inmediato a trabajar en los laboratorios de Thomas Edison en donde terminó de desarrollar muchos de los trabajos sobre los que el máximo inventor norteamericano trabajaba hacia muchos años. La capacidad inventiva de Tesla y los celos profesionales de Edison hicieron que la relación entre ambos terminara con el despido de Tesla.

Pero Tesla no se rindió y comenzó a juntar fondos para armar su propio laboratorio. Allí desarrolló el primer sistema de corriente alterna (AC), una forma mucho más sencilla y segura de utilizar la electricidad que el método continuo propuesto por Edison.
De hecho, el sistema de corriente alterna de Tesla sirvió para que esa empresa se impusiera al sistema público de energía propuesto por Edison, basado en la energía continua.

Sin embargo, sus buenas intenciones y sus conocimientos sobre campos mecánicos, sobre física y matemáticas, pronto chocaron contra los deseos y ambiciones de Edison, que emprendió una lucha para demostrar la peligrosidad de su corriente alterna y seguir así manteniendo su corriente continua como único flujo que corriera por las venas y arterias de las urbes.

Aquel duelo de corrientes se resolvería ante millones de personas durante la inauguración de la Exposición Universal de Chicago de 1893. Miles de espectadores se congregaban en el recinto de la feria para ver con sus propios ojos la nueva electricidad de Tesla. Por eso, cuando el presidente de los Estados Unidos, Grover Cleveland, pulsó un botón y 100.000 bombillas incandescentes iluminaron aquel espacio, el público prorrumpió en un aplauso entusiasta. Ya no quedaba duda alguna, la corriente alterna se había impuesto sobre la continua y se convertiría en la energía de consumo masivo del siglo XX.


Antes de la Guerra

Aquella lucha de dos corrientes había comenzado mucho antes, en 1879, cuando Thomas Alva Edison había presentado públicamente su último invento, la bombilla incandescente.



La bombilla incandescente, inventada por Edison en 1878.



Como quería que aquel ingenio se colara en todos los hogares del país, comenzó a trabajar en un nuevo sistema que permitiera suministrar energía para iluminar América. Tras ocho años de pruebas y experimentos, dio con una solución: la corriente continua, que sustituyó al vapor como fuente de energía. Los norteamericanos acogieron rápidamente la idea de Edison, que ya gozaba de cierta popularidad por sus anteriores inventos, con los brazos abiertos, aunque pronto comenzaron a percatarse de los numerosos problemas e inconvenientes que presentaba.
La energía sólo fluía en una sola dirección y los cables se derretían al paso de la corriente; el sistema no permitía realizar transmisiones de energía a distancias superiores a uno o dos kilómetros, por lo que se tenían que instalar numerosos generadores por la ciudad. Y como tampoco se podía transformar el voltaje, se necesitaban líneas eléctricas separadas para poder proporcionar energía a las industrias y también a los hogares de forma eficiente, segura y económica.


El resultado fue que el cielo de Nueva York quedó sembrado de gruesos cables de cobre que le conferían una imagen de urbe atrapada en una gran tela de araña eléctrica. Pero eso no era lo peor, sino la poca seguridad que ofrecía el sistema de Edison. Y es que, que Nueva York estuviera cableada por completo resultaba peligroso, como quedó de relieve durante el episodio del Gran Huracán Blanco que sepultó la ciudad en 1888. Los vientos brutales que azotaron la ciudad rompieron muchos de los cables que cayeron sobre los ciudadanos que corrían de un sitio a otro buscando refugio. En aquella tragedia, murieron más de 400 personas, buena parte de ellas, electrocutadas.


Nueva York de 1888 después del huracán, así lucía implementando la corriente continua .



Corriente Continua y Corriente Alterna

El sistema de Edison, que utilizaba la
corriente continua (CC), era poco adecuado para responder a estas nuevas demandas. El problema del transporte era aún más difícil, puesto que la transmisión interurbana de grandes cantidades de CC en 110 voltios era muy costosa y sufría enormes pérdidas por disipación en forma de calor.

En
1886, George Westinghouse, un rico empresario pero un recién llegado en el negocio eléctrico, fundó Westinghouse Electric para competir con General Electric de Edison. El sistema de la primera se basó en los descubrimientos y las patentes de Nikola Tesla, quien creyó apasionadamente en la superioridad de la corriente alterna (CA). Su argumento se basaba en que las pérdidas en la transmisión de electricidad dependen del voltaje: a mayor voltaje, menores pérdidas. Y a diferencia de la CC, el voltaje de la CA se puede elevar con un transformador para ser transportado largas distancias con pocas pérdidas en forma de calor.
Entonces, antes de proveer energía a los clientes, el voltaje se puede reducir a niveles seguros y económicos.

Su pelea con Edison y sus intentos por pasar por encima de las reglas del capitalismo mercantilista le valieron el oprobio de los empresarios y la ignorancia activa de los funcionarios del país que adoptó como suyo en 1891.




Torre Wardenclyffe



Tesla vs Edison

Con 28 años, Nikola Tesla llegó a Nueva York en 1884 con una carta de recomendación en el bolsillo para Thomas Alva Edison que había escrito uno de los socios de éste en Europa.

“Querido Edison: conozco a dos grandes hombres y usted es uno de ellos. El otro es este joven”.

A pesar de que a Edison no le causó buena impresión, decidió contratarlo. La primera tarea que le encargó fue que hallara una forma para mejorar su sistema de corriente continua. Si lo conseguía, le dijo, le recompensaría con 50.000 dólares. Sin embargo, al poco de trabajar juntos, las diferencias entre ambos hombres comenzaron a provocar conflictos; Edison carecía de una educación formal y todos sus inventos se basaban en un método empírico de ensayo, de prueba y error; mientras que Tesla poseía una sólida formación en matemáticas, mecánica, física e ingeniería y era capaz de resolver mentalmente los problemas técnicos que surgían sin necesidad de recurrir a realizar experimentos, lo que sacaba de quicio a Edison.

Quizás por eso, cuando Tesla se presentó ante él un año después y le anunció que había dado con una solución a su problema, Edison no daba crédito a sus oídos y desdeñó la propuesta. El joven había diseñado un sistema de generación y transmisión de corriente alterna que permitía que el voltaje se elevara con un transformador antes de transportarse a largas distancias y, una vez en destino, que se redujera para proporcionar energía de forma eficiente, segura y económica.

Aquella solución presentaba muchas ventajas frente a la corriente continua de Edison, pero éste, lejos de reconocerlas, menospreció a Tesla y se negó a pagarle la recompensa prometida alegando que había sido tan sólo una broma americana. “Tesla, no entiendes el sentido del humor americano”, le espetó. Furioso y decepcionado, el joven inventor dimitió.

Pero Tesla comenzaba a ser conocido y muchos inversores se interesaron en financiar sus trabajos, como AK Brown, que le proporcionó fondos para que diseñara un motor de corriente alterna. O la Western Union Company, que apoyó económicamente su investigación sobre generación y transporte de corriente alterna a largas distancias. Fue entonces cuando George Westinghouse, inventor de los frenos de aire para trenes y propietario de la compañía The Westinghouse Corporation, se percató del enorme potencial de aquel muchacho y le propuso un trato: comprarle su sistema de corriente alterna.

La comercialización de aquel nuevo sistema de energía supuso el inicio de la Guerra de Corrientes que enfrentó durante casi una década a Thomas Alva Edison y la General Electric con Nikola Tesla y la Wetinghouse Corporation. En un intento de mantener su monopolio, Edison emprendió una campaña de difamación y desprestigio de la corriente alterna. Llenó la ciudad de carteles que advertían a los ciudadanos de los peligros que suponía y se dedicó a electrocutar en público -con corriente alterna- a perros y caballos para demostrar así su poca seguridad. Extendió una serie de historias falsas sobre accidentes mortales provocados por la invención de Tesla e incluso llegó a impulsar, aunque involuntariamente, la silla eléctrica, que se obsesionó en querer asociar con la corriente de Tesla.

Edison estaba conmovido por la aparición de la tecnología de Tesla, que amenazaba sus intereses en un campo que él mismo había creado.
Edison y Westinghouse se enfrentaron en una batalla de relaciones públicas a los que los periódicos denominaron “la guerra de las corrientes”, para determinar qué sistema se convertiría en la tecnología dominante. Edison inventó una silla eléctrica de CA y electrocutó a perros y gatos para demostrar que la corriente alterna era peligrosa.

Para neutralizar esta iniciativa, Tesla se expuso a una CA que atravesó su cuerpo sin causarle ningún daño. Ante esta prueba, Edison nada pudo hacer y su prestigio quedó momentáneamente erosionado.




Tesla se expuso a una corriente alterna



Tesla vence a Edison


Tras meses de batalla, aquel enfrentamiento llegó a su fin con la Exposición Universal de Chicago de 1893, que se celebró de mayo a octubre y que tuvo una gran repercusión internacional, puesto que participaron 19 países y por ella pasaron más de 27 millones de personas. Los organizadores buscaban una fórmula para iluminar el recinto y recurrieron a Edison y a Tesla. El primero les propuso su sistema de corriente continua y les pidió un millón de dólares para implementarlo. En cambio, Tesla, con su corriente alterna, les presentó un presupuesto que ascendía a la mitad de esa cantidad y que, además, libraba a la Feria del enjambre de cables que suponía la opción de Edison. La victoria estaba, pues, clara, y la superioridad de la corriente alterna había quedado demostrada.

Además, ambos sistemas se expusieron durante la exposición. Tesla, un hombretón de casi dos metros de altura, ataviado con abrigo negro y bombín, demostró una y otra vez la belleza y el poder de su corriente alterna mediante un espectáculo en el que conseguía que le saltaran chispas de los dedos.





Telsa y su corriente alterna


Edison, claro está, también realizó una demostración de su corriente, aunque con peor fortuna: al encender el interruptor de su bombilla incandescente, todas las luces de la “ciudad blanca” se atenuaron.


La feria de Chicago de noche. 1892-1893 He aquí el primer espacio abierto que se iluminó con luz eléctrica. Todo el mérito a Tesla.

Tres años más tarde, Buffalo se convertió en la primera ciudad de los Estados Unidos que quedó iluminada por la corriente de Tesla, después de que la Westinghouse Corporation instalara una central hidroeléctrica en las cataratas del Niágara capaz de enviar energía hasta a 32 km de distancia. A partir de ese momento, comenzó a reemplazar a la corriente continua como estándar, aunque algunas ciudades siguieron utilizando el sistema de Edison hasta bien entrado el siglo XX, como Helsinki, donde estuvo operativo hasta los años 40, o Estocolmo, hasta los 60.


Tesla's electrical generators in Westinghouse, Chicago, 1893


En Nueva York, la compañía de Edison continuó proporcionando energía a muchos clientes que habían adoptado el sistema de la corriente continua a comienzos de siglo, sobre todo hoteles que la empleaban para hacer funcionar sus ascensores. Fue el final de la “guerra de las corrientes” y la CA acabaría imponiéndose en todo el mundo.

En enero de 1998, la central de Nueva York que había fundado Edison a comienzos de siglo aún suministraba energía a 4600 personas, una cifra que se redujo, en 2006, a 60 clientes, hasta que, en 2007, la central hizo su última transmisión de corriente continua.

A Tesla le gustaba decir: “el presente es suyo, el futuro es mío”. Y así fue. Su corriente alterna ilumina el mundo.


Referencias:


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